martes, septiembre 29, 2015

LA VOLKSWAGEN Y EL CAPITALISMO SALVAJE


La capacidad de los ingenieros alemanes generalmente no se discute. La propaganda de Grundig “caro pero el mejor “se aceptó sin condicionamientos. Es conocida la participación de ingenieros y físicos del nazismo, que fueron repartidos entre Estados Unidos y la Unión Soviética al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en el desarrollo de la bombas atómicas y nucleares y de la energía nuclear así como en los cohetes que permitió la conquista del espacio.
Por eso causó estupor mundial la noticia de que la Volkswagen (10 millones de autos por año en 100 fábricas por el mundo) había engañado a sus clientes y a los organismos de control americanos y europeos sobre las emisiones tóxicas de los autos que fabrica. Para ello había introducido clandestinamente un programa en la computadora de los autos que adecuaba el funcionamiento del motor para que disminuyeran sus emisiones de óxido nitroso cuando eran sometidos a un control técnico. O sea había logrado ocultar que sus autos emitían  gases tóxicos en un nivel superior al permitido perjudicando la salud de sus usuarios y del público en general.
¿Qué pasa con el capitalismo? ¿Es que no puede dejar de ser salvaje? ¿Tener como principal objetivo la máxima ganancia que se puede obtener, a cualquier costo? Pareciera que no.
El capitalismo es el único sistema que rige las relaciones del comercio, la producción y la propiedad en el ámbito internacional y nacional (ver aquí). Se impone aún en los países comunistas como la República Popular China que lo ha adoptado enérgica y entusiásticamente después del fracaso de la Revolución Cultural de Mao y que está reconstruyendo el antiguo Imperio Chino.
La regla de oro del capitalismo:”Maximizar las ganancias (a cualquier costo)” no es reconocido habitualmente como tal por las corporaciones y las empresas. Incluso conscientes de la mala imagen que esta regla significa se esfuerzan, con ingentes programas de relaciones públicas, por demostrar que se trata de un capitalismo “humano”.
Abundan los ejemplos de corporaciones que se apegan a la regla mencionada. Por ejemplo la industria del tabaco, cuyo producto es peligroso para la salud humana, no dudó, en los 50, en ocultar la información de que la nicotina es un poderoso aditivo y en manipular el cultivo para aumentar el contenido de la misma en los cigarrillos y reforzar la dependencia de los fumadores logrando así mayores ganancias a costa de la salud de sus clientes. Todavía lo siguen haciendo. Otros ejemplos muy importantes son la industria farmacéutica y su accionar criminal que afecta la medicina científica y la salud humana (ver aquí); los bancos y corporaciones financieras que se benefician con el lavado de dinero (narco dólares, y el proveniente de la corrupción, la trata y el tráfico de armas); la industria química que ha introducido 80.000 compuestos sintéticos, útiles en algún aspecto, pero sin considerar su biodegradabilidad y su toxicidad. Algunos son notorios como el glifosato de Monsanto o las grasas trans; las petroleras y mineras con su enorme poder económico y político y su capacidad de contaminar en gran escala (ver aquí).
Ahora hay que agregar a la lista a las automotrices encabezadas por la Volkswagen ya que se está investigando si otras siguieron su “ejemplo”…


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