David Edgerton publicó un breve y contundente comentario en Nature (455(2008)1030) “The Charge of Technology”. El título y el dibujo que lo ilustra me recordó (y creo que fue la intención del autor) la famosa Carga de la Brigada Ligera en la batalla de Blaklava durante la guerra de Crimea en 1854. La Carga de la caballería inglesa contra la artillería turca fue fútil, pese a su gallardía, imprudente y le causó terribles pérdidas a la Brigada. El autor critica la fijación de prioridades en C y T y la suposición de que hay una correlación directa entre inversión en C y T y crecimiento económico. La crítica me llegó pues he sostenido, como otros colegas, esa correlación y la necesidad de aumentar el presupuesto de C y T como pre-requisito para el desarrollo económico. Edgerton sugiere un análisis más crítico de la evidencia y el abandono de “fantasías tecno-nacionalistas”. Sus ejemplos son convincentes como son los casos del desarrollo económico de China en los últimos 30 años sin desarrollo previo de C y T o la intensa generación nuclear de electricidad en Francia con tecnología importada. En Argentina tenemos otro ejemplo con el “boom” de la soja que nos permitió salir rápidamente del último default. Este “boom” se basó en la introducción de la soja transgénica y en la expansión de la siembra directa que bajaron los costos de producción. La soja transgénica no la hicimos nosotros, fue tecnología importada a bajo costo. La innovación la generaron los “chacareros” con la rapidez con que adoptaron y adaptaron la tecnología.
Edgerton señala que hay una fuerte tendencia en el mundo en focalizar las políticas tecnológicas en las mismas tres prioridades: biotecnología, nanotecnología y tecnología de la información. Considera esta fijación de prioridades una desafortunada consecuencia de un análisis superficial de la historia de la relación entre C y T y sociedad. Creo que tiene razón lo que no implica disminuir la importancia de la C y T en el desarrollo.
Entonces ¿Qué papel deberían o podrían jugar los científicos y sus instituciones en el desarrollo de la Argentina?
La respuesta no es simple y no puede ser improvisada: requeriría un análisis y estudio profundo.
En la reciente reunión de la SAIB se comentó que los científicos podríamos aportar racionalidad a la gestión pública en temas esenciales como educación, transporte, energía, biomedicina y otros. La cuestión sería si hay funcionarios y políticos dispuestos a escuchar.
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