miércoles, diciembre 12, 2012

¿CÓMO FUNCIONA NUESTRA MENTE?



¿Cómo tomamos decisiones? ¿Cómo razonamos? ¿Cómo nos influyen las emociones? ¿Y los otros? ¿Y el medio ambiente? ¿Cómo pensamos?

Daniel Kahneman hace una perturbante descripción de aspectos de nuestro funcionamiento mental en su libro “Pensar rápido,  pensar despacio” (Ed. Debate, 672p., 2012) basado en sus propias investigaciones y en recientes avances en Psicología experimental cognitiva y social.
El libro es perturbador porque nos muestra que no somos tan inteligentes y objetivos en nuestros pensamientos, juicios y decisiones como creemos ser; Cuán dependientes y condicionados estamos por nuestros recuerdos y experiencias previas e incluso por señales “invisibles” en nuestro ambiente cuando tomamos decisiones que pretendemos son objetivas.  Esto se aplica a jueces, fiscales, médicos, profesores, inversores,…a todos.

Nos creemos sabios y nos autoclasificamos como Homo sapiens pero no lo somos. La Biblia y las tres grandes religiones que generó nos llevaron a, por una interpretación a veces literal del Génesis, creernos muy superiores y distintos de los demás organismos vivos cuando en realidad somos el último eslabón, hasta ahora, de una continua evolución de la Vida. Ni siquiera hemos sido capaces de cumplir con el apotegma del oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo” No nos conocemos ni sabemos cómo funciona nuestra mente.

Creemos saber cómo elaboramos un pensamiento consciente, que es lento, pero ignoramos el trabajo mental  intuitivo que produce muchas impresiones y decisiones rápida y silenciosamente. Este trabajo es generalmente correcto e incluye espontáneos cálculos estadísticos pero puede cometer errores que no son fáciles de reconocer y entender.

Somos propensos a sobrevalorar lo que creemos saber e ignoramos el papel del azar en los acontecimientos. Me sorprendió entender que el mejor cirujano, científico, novelista, futbolista o político no llegan a ser premios Nobel o el Nº 1 solo por sus méritos intrínsecos sino porque además tuvieron suerte. Sí, suerte y en el camino quedaron otros, tal vez tan capaces como el ganador, pero desfavorecidos por el azar.

Creemos entender el mundo basados en “nuestra capacidad casi ilimitada para ignorar nuestra ignorancia”
 La obra de Kahneman, Premio Nobel de Economía,  amigo de Nicolás Taleb, autor del Cisne Negro (ver aquí) con quien se citan mutuamente y coinciden notablemente desde enfoques diversos, por ser tan densa es imposible de resumir en esta nota.

Es grave que pensemos tal mal afectados por diversos sesgos tales como el sesgo de la retrospección, entre otros que analiza Kahneman, por el que cuando cambiamos de opinión olvidamos inmediatamente lo que creíamos antes. Este sesgo, junto con el del resultado, que cuando es malo nos lleva a juzgar muy negativamente al que tomó la decisión (de operar, comprar, atacar o lo que sea), que en su momento nos parecía razonable, fomenta el miedo al riesgo y premia a los inescrupulosos que “la pegan”
Por su parte Carol Anne Tavris, Psicóloga Social,  coautora del libro: “ Mistakes Were Made (but no by Me):  Why we justify foolish beliefs, bad decisions, and hurtful acts." "(Los errores cometidos (pero no por mí persona): ¿Por qué justificamos creencias tontas, malas decisiones y actos hirientes?", no traducido todavía) aconseja:

          “NO CREAS TODO LO QUE PIENSES”

Podes verla y escucharla disertar sobre  Disonancias Cognoscitivas aquí:
Dónde desarrolla el tema y explica  porqué a jueces, médicos, profesores…a todos nos resulta tan difícil admitir que nos equivocamos;  porqué rechazamos evidencias objetivas que contradigan nuestras creencias; cómo y porqué nos auto justificamos de nuestras adiciones pese a conocer sus consecuencias.

Nuestra mente no tolera la disonancia que generan hechos que contradigan creencias o actitudes previas  y generalmente rechaza, deforma o esconde el nuevo hecho o conocimiento que genera la disonancia y hasta bloquea su análisis por la razón. Esta disonancia cognoscitiva operaría en las Ciencias donde el avance no sería lineal sino a saltos, con cambios de paradigmas como propuso Thomas Kuhn  en 1962 porque a los científicos les costaría desprenderse de su modelo o hipótesis preferida pese a nuevos hechos y evidencias que la contradigan.

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