¿Cómo
tomamos decisiones? ¿Cómo razonamos? ¿Cómo nos influyen las emociones? ¿Y los
otros? ¿Y el medio ambiente? ¿Cómo pensamos?
Daniel
Kahneman hace una perturbante descripción de aspectos de nuestro funcionamiento
mental en su libro “Pensar rápido,
pensar despacio” (Ed. Debate, 672p., 2012) basado en sus propias
investigaciones y en recientes avances en Psicología experimental cognitiva y
social.
El
libro es perturbador porque nos muestra que no somos tan inteligentes y objetivos
en nuestros pensamientos, juicios y decisiones como creemos ser; Cuán
dependientes y condicionados estamos por nuestros recuerdos y experiencias
previas e incluso por señales “invisibles” en nuestro ambiente cuando tomamos
decisiones que pretendemos son objetivas.
Esto se aplica a jueces, fiscales, médicos, profesores, inversores,…a
todos.
Nos
creemos sabios y nos autoclasificamos como Homo
sapiens pero no lo somos. La
Biblia y las tres grandes religiones que generó nos llevaron
a, por una interpretación a veces literal del Génesis, creernos muy superiores
y distintos de los demás organismos vivos cuando en realidad somos el último
eslabón, hasta ahora, de una continua evolución de la Vida. Ni siquiera hemos
sido capaces de cumplir con el apotegma del oráculo de Delfos: “Conócete a ti
mismo” No nos conocemos ni sabemos cómo funciona nuestra mente.
Creemos
saber cómo elaboramos un pensamiento consciente, que es lento, pero ignoramos
el trabajo mental intuitivo que produce
muchas impresiones y decisiones rápida y silenciosamente. Este trabajo es
generalmente correcto e incluye espontáneos cálculos estadísticos pero puede
cometer errores que no son fáciles de reconocer y entender.
Somos
propensos a sobrevalorar lo que creemos saber e ignoramos el papel del azar en
los acontecimientos. Me sorprendió entender que el mejor cirujano, científico,
novelista, futbolista o político no llegan a ser premios Nobel o el Nº 1 solo
por sus méritos intrínsecos sino porque además tuvieron suerte. Sí, suerte y en
el camino quedaron otros, tal vez tan capaces como el ganador, pero
desfavorecidos por el azar.
Creemos
entender el mundo basados en “nuestra capacidad casi ilimitada para ignorar
nuestra ignorancia”
La obra de Kahneman, Premio Nobel de
Economía, amigo de Nicolás Taleb, autor
del Cisne Negro (ver aquí) con quien se citan mutuamente y coinciden
notablemente desde enfoques diversos, por ser tan densa es imposible de resumir
en esta nota.
Es
grave que pensemos tal mal afectados por diversos sesgos tales como el sesgo de
la retrospección, entre otros que analiza Kahneman, por el que cuando cambiamos
de opinión olvidamos inmediatamente lo que creíamos antes. Este sesgo, junto
con el del resultado, que cuando es malo nos lleva a juzgar muy negativamente
al que tomó la decisión (de operar, comprar, atacar o lo que sea), que en su
momento nos parecía razonable, fomenta el miedo al riesgo y premia a los
inescrupulosos que “la pegan”
Por su parte Carol Anne Tavris, Psicóloga Social, coautora del libro: “ Mistakes Were Made (but no by
Me): Why we
justify foolish beliefs, bad decisions, and hurtful acts." "(Los errores cometidos (pero no
por mí persona): ¿Por qué justificamos creencias tontas, malas decisiones y
actos hirientes?", no traducido todavía) aconseja:
“NO CREAS TODO LO QUE PIENSES”
Podes
verla y escucharla disertar sobre
Disonancias Cognoscitivas aquí:
Dónde
desarrolla el tema y explica porqué a
jueces, médicos, profesores…a todos nos resulta tan difícil admitir que nos
equivocamos; porqué rechazamos
evidencias objetivas que contradigan nuestras creencias; cómo y porqué nos auto
justificamos de nuestras adiciones pese a conocer sus consecuencias.
Nuestra
mente no tolera la disonancia que generan hechos que contradigan creencias o actitudes
previas y generalmente rechaza, deforma
o esconde el nuevo hecho o conocimiento que genera la disonancia y hasta
bloquea su análisis por la razón. Esta disonancia cognoscitiva operaría en las
Ciencias donde el avance no sería lineal sino a saltos, con cambios de
paradigmas como propuso Thomas Kuhn en 1962
porque a los científicos les costaría desprenderse de su modelo o hipótesis
preferida pese a nuevos hechos y evidencias que la contradigan.
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