El mundo industrializado moderno consume cantidades crecientes de energía, en particular petróleo y carbón, minerales y recursos forestales (para maderas y papel) entre otras cosas. La rápida incorporación de India y China (más de un tercio de la población universal) y otras naciones del Sudeste asiático a dicho mundo aumentan la demanda de estos recursos.
Las industrias petroleras, mineras y forestales requieren grandes capitales y operación en gran escala. Toda industria humana altera el medio ambiente. Las tres industrias mencionadas pueden degradar o contaminar el ambiente en gran escala. La lógica capitalista de obtener la mayor ganancia posible en el menor plazo genera presión de los accionistas sobre los ejecutivos empresariales para bajar costos o postergar gastos “improductivos”. Entre ellos estarían como controlar y bajar la contaminación que genera su industria o la renovación del recurso cuando es posible (forestales) o la recuperación del ambiente dañado (petroleras y mineras). La naturaleza de estas industrias y la globalización han confluido para que se concentren en pocas grandes corporaciones internacionales de dimensiones económicas tales que suelen superar la de los países donde operan. Este hecho dificulta que países en desarrollo puedan ejercer un control adecuado sobre la contaminación y destrucción de su medio ambiente mientras que los países desarrollados legislan para disminuir o expulsar las industrias contaminantes de su territorio.
La instalación de dos fábricas de pasta celulósica en Fray Bentos, Uruguay, ha generado en nuestro país un serio conflicto impulsado por la población de Gualeguaychú, Entre Ríos, que se considera perjudicada por la eventual contaminación que generaran las fábricas cercanas.
El proyecto de la empresa canadiense Meridian Gold en el 2002 de operar una mina de oro que utilizaría lixiviación con cianuro a 9 Km de Esquel fue rechazado por la población y la provincia lo prohibió en todo el territorio después de un plebiscito en 2003. Un proyecto similar, Calcalién, de otra empresa canadiense, Aquiline, fue desechado por la provincia de Río Negro. En cambio en San Juan se alienta la instalación de ese tipo de minas (La Nación 26/2/06) donde funciona la de Veladero de la empresa canadiense Barrick a 4400 m de altura y 350 Km de San Juan. Esta mina utiliza 700 Ton de cianuro por año. Otro proyecto binacional, Pascua-Lama, en la frontera con Chile esta generando resistencia en el país vecino.
El conflicto entre demandas ambientalistas costosas e intereses corporativos, parecería ser insoluble y con consecuencias políticas serias. Sin embargo, en algunos casos hay soluciones.
Jared Diamond en su obra “Collapse: How Societies Choose to Fail or Succeed ” ( Viking Penguin ed., 2005) describe la desaparición de pueblos y culturas, como la de los habitantes de la isla de Pascua, los Anasazi del Chaco norteamericano, los Mayas y otros. En estos colapsos representaron un papel importante la deforestación incontrolada, la desertificación y el exterminio de recursos biológicos por caza, pesca y recolección insustentables. También analiza en sociedades modernas el daño ecológico que causa la deforestación, actividad minera, pesca y otras actividades extractivas ejercidas en gran escala. Un ejemplo que describe en detalle es el de la isla La Española lo que hoy son Haití y República Dominicana. Cuando llegó Colón la isla estaba casi totalmente cubierta de selvas. Actualmente el 28 % de R. Dominicana permanece forestada mientras que en Haiti solo el 1%. La deforestación significa falta de leña para cocinar, erosión, pérdida de lluvias y poder hidroeléctrico lo que afecta a ambos países. La situación de Haití es extremadamente crítica mientras que la R. Dominicana es un país pobre pero en desarrollo. Sin embargo, Diamond hace una interesante observación de circunstancias que pueden llevar a las grandes corporaciones a respetar el medio ambiente y en la que los intereses, aparentemente irreconciliable de ambientalistas, multinacionales y la sociedad, coinciden. Estas circunstancias tienen que ver con la percepción, por parte de las compañías, de que evitar la contaminación y cuidar el medio ambiente tiene una ventaja económica neta para ellas.
En la industria petrolera hay quienes han comprendido que el costo de evitar la contaminación ambiental y/o prevenir accidentes ecológicos es mucho menor que el costo de repararlos. Por ejemplo, los desastres de magnitud como el del buque tanque Exxon Valdez, el incendio de la plataforma de Occidental Petroleum en el mar del Norte (167 muertos) o el escape tóxico en la fábrica de Bhopal, India (4.000 muertos, 200.000 heridos). Estos desastres le costaron a las empresas responsables miles de millones de dólares por lo que se justifica, económicamente, gastar unas pocas decenas de millones anuales para prevenirlos. Sobre todo en una industria, como la petrolera, con horizontes de 20-50 años de operaciones en campos petroleros que tienen concesionados. Una buena reputación por prácticas ambientales limpias es una ventaja adicional para conseguir nuevas concesiones en países con fuerte conciencia ambiental. Diamond (op.cit.) pone como ejemplo el campo petrolero de Kutubu en Nueva Guinea, operado por Chevron-Texaco que tiene una estricta política de seguridad ambiental y que pudo verificar personalmente. Otras compañías petroleras, pero no todas, han seguido el ejemplo de Chevron.
Las industrias mineras son más tóxicas y contaminantes que las petroleras con efectos más insidiosos y prolongados. Realizan enormes excavaciones, usan explosivos y procesos químicos con sustancias muy tóxicas como el cianuro y ácido sulfúrico. Los metales pesados que extraen tales como cadmio, cromo, mercurio, arsénico también son tóxicos y contaminan las napas de agua y ríos. Además dejan enormes pilas de desechos o lagunas contaminadas. La mitad de la contaminación ambiental en Estados Unidos es causado por la minería. Cuando las vetas se agotan y hay que afrontar la limpieza, las empresas mineras desaparecen o quiebran. La limpieza remanente le cuesta a los contribuyentes norteamericanos 12.000 millones de dólares. No parece que se hayan desarrollado, aún, métodos que hagan a la minería ecológicamente viable.
La industria forestal puede ser maderera o destinada a obtener pulpa de celulosa para fabricar papel. La explotación forestal produce poco daño ecológico si a) solo se cortan los árboles más valiosos; b) opera en forma sustentable con reforestación; y c) evita deforestar radicalmente grandes áreas
y abrir anchos caminos en la selva. Hay empresas que proceden así sobre todo cuando son propietarias o tienen concesiones por muchos años y la legislación se lo exige. En cambio hay otras empresas, por ejemplo algunas de las internacionales que operan en el sueste asiático, que no les importa el daño ecológico que causan. Operan con contratos de corto plazo con los propietarios o con autoridades corruptas, exportan los troncos sin procesar y, obviamente, no replantan. El 70% de la explotación forestal en Indonesia es ilegal por lo que el país pierde anualmente 1000 millones de dólares. La deforestación a nivel mundial ya supera el 50% y sigue avanzando rápidamente. Solo el 12% del área esta protegida.
Para evitar el daño ecológico de la deforestación salvaje se formó en Alemania el Forest Stewardship Council (FSC) integrado por empresas, gobiernos y organizaciones ecologistas. El FSC elaboró criterios detallados de lo que es un manejo forestal sustentable y certifica cuales empresas los cumplen e implementó mecanismos de trazabilidad para que el consumidor conozca si el papel o el mueble que va a comprar proviene de una forestal responsable. En Estados Unidos la cadena Home Depot demostró que el público prefería la madera y muebles con certificados FSC e incluso estaba dispuesto a pagar un ligero sobreprecio por eso.
¿Pueden ser aplicables las alternativas que presenta Diamond en su obra a los conflictos ecológicos vigentes en la Argentina que enfrentan las industrias con la sociedad? En estos conflictos no esta involucrada la industria petrolera que ha desarrollado una política ecológica basada en un beneficio económico para ella. Tampoco parecería aplicable el FSC porque no es imaginable que la población entrerriana afectada pueda presionar sobre la industria del papel. La movilización de la población potencialmente afectada sí pudo impedir la instalación de peligrosas minas de oro en Chubut y en Río Negro pero ¿qué papel juega el estado en esto? La respuesta la dio Laura Rocha en una excelente nota en La Nación (Enfoques, 12-03-06): la ecología y el medio ambiente están fuera de la agenda tanto del gobierno nacional como de la mayoría de los provinciales pese a la existencia de Secretarías, organigramas e incluso presupuestos. Actúan tarde cuando los problemas les estallan en las manos como el caso de las papeleras.
La respuesta la tenemos que dar todos. La opinión pública puede pesar mucho. En Estados Unidos la mitad de los inversores no compran acciones de empresas cuestionadas y el 70% no compra sus productos. Todos tenemos que profundizar nuestra conciencia de que tenemos que cuidar nuestra casa, la tierra, antes de que se vuelva inhabitable.
¿Qué opinas?
2 comentarios:
necesito informCION DE LA CONTAMINACION DE HAITI ME COMENTAN QUE ESTA EN SITUACIONES EXTREMOSAS
GRACIAS ESTO ME AYUDO MUCHO...Y PIENSO QUE DEBEMOS ACTUAR YA QUE TODAVIA PODEMOS, PORQUE MAS ADELANTE NO HABRA QUE SALVAR NISIWUIERA NOSOTROS MISMOS...
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