En 1961 estaba preparando mi última materia para recibirme de bioquímico cuando me enteré, por un profesor amigo, que el CONICET, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, creado por iniciativa del Dr Bernardo Houssay tres años antes, otorgaba becas de Iniciación en la Investigación Científica. Me presenté, obtuve una y desde entonces pude desarrollar mi carrera científica fundamentalmente gracias al CONICET. No había en la Argentina casi ninguna posibilidad de hacer ciencia, salvo que uno viviera de rentas, antes de que la inquebrantable tenacidad del Dr Houssay lograra la creación del CONICET.
Mientras el Dr Houssay vivió y lo dirigió, el CONICET fue un organismo público autárquico ejemplar, con requerimientos de dedicación y excelencia, sin discriminación ideológica, con funcionarios competentes y escasa burocracia.
No pudo, sin embargo, mantenerse indemne a las turbulencias que azotaron a nuestro país en estos cincuenta años. En tres oportunidades el CONICET estuvo a punto de ser destruido según relató el Secretario del nuevo Ministerio de Ciencia, Dr Alejandro Cecatto en el acto con que se celebró en Rosario el aniversario. Durante la década del 90, con Menem presidente, se sucedieron en el CONICET diez interventores o presidentes! Afortunadamente ahora se completó una excelente gestión de seis años del Dr Eduardo Charreau como Presidente del CONICET, período en el cual la Institución se consolidó y creció. Actualmente cuenta con unos 13500 miembros entre investigadores, becarios y técnicos.
En 1970 cuando me incorporé a la UNR fui el segundo investigador del CONICET en Bioquímica y creo que había muy pocos más en la UNR. Hoy, en el Cincuentenario, hay más de 400 miembros del CONICET en Rosario.
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