Patricia, mi hija mayor, me sorprendió
pidiéndome desde Madrid (ella estudió Psicología y Educación) unos trabajos
científicos recientes sobre Biofísica de la Fotosíntesis (los “fotosintéticos”
ver aquí). Intrigado, veo que tratan de la coherencia cuántica en la eficiencia
fotosintética y me obligaron a repasar mis elementales conocimientos de
mecánica cuántica. Recordaba el principio de incertidumbre de Heisenberg (1927)
por el cual resulta imposible conocer con precisión y simultáneamente dos
cualidades de una partícula subatómica como su posición y su velocidad. Ahora
veo que los efectos cuánticos, que tienen muchas aplicaciones prácticas, se han
observado no solo en la nano escala sino también a nivel macroscópico y
biológico fundamentando el rechazo del determinismo, ampliamente difundido
entre los científicos (ver aquí).
En una charla que dí en el 2008 y
que tenía que comenzar con un “racconto” de mi genealogía y vida, mencioné
varias veces el papel crucial del azar en ella. Dichas menciones generaron
preguntas y mi posterior reflexión sobre las mismas. ¿Qué controla nuestro
destino? ¿Éste esta predeterminado por nuestros genes y el medio ambiente? ¿Existe
el libre albedrío?
El avance de la ciencia en los dos
últimos siglos descartó el dualismo al no poder encontrar sus bases empíricas.
Se difundió así el determinismo que, personalmente, nunca me satisfizo. El
concepto de libre albedrío es de origen metafísico y aplicado al hombre por la
interpretación del Génesis que indujo a considerarnos distintos, únicos en la
naturaleza. En las religiones que no derivan de la Biblia la concepción humana
es distinta.
El universo tiene un carácter
irreductiblemente azaroso que se extiende al mundo biológico, incluyéndonos. La
biología ha encontrado un valor evolutivo en el comportamiento variable,
impredecible (ver aquí una revisión
por Björn Brembs). Al dilema de la exploración/explotación lo enfrentan todas
las especies: elegir entre seguir consumiendo la fuente encontrada o irse y
continuar explorando otra mejor o más segura. Lo veo en acción en mi jardín
cuando alimento las aves que lo frecuentan. Comen un poco y se van aunque no
estén saciadas (para frustración del gato…J)
En los invertebrados y en los
animales se acumulan experiencias y observaciones empíricas que fundamentan
neurológicamente un comportamiento variable e impredecible. Estos fenómenos
serían no lineales. Un ejemplo muy conocido es el reflejo de escape en las
cucarachas al detectar ligeros cambios en el aire: es imposible predecir la
trayectoria de escape. Esta impredecibilidad, observada en numerosas especies y
circunstancias tiene una alta ventaja adaptativa.
Estudios realizados en insectos
muestran que el comportamiento variable puede ser modificado por entrenamiento
lo que involucra una subpoblación de neuronas. Recientemente (2010) se ha
observado en la corteza de roedores un proceso de amplificación neuronal que
puede estar involucrado en generar variabilidad de comportamiento. En los seres
humanos también hay mecanismos que controlan la variación del comportamiento.
Anormalidades en estos circuitos detectados por fMRI estarían asociadas con
desórdenes psiquiátricos como el autismo y la depresión.
Finalmente concuerdo con B. Brembs
en que el libre albedrío es una cualidad o característica biológica,
cuantitativa, un producto natural de las leyes físicas y de la evolución
biológica, una función del cerebro; tal vez la más importante.
¿Qué
opinas?
1 comentario:
Le dejo un cementario de Sagan:
What we know is encoded in cells called neurons, and there are something like a hundred trillion neural connections. This intricate and marvelous network of neurons has been called an enchanted loom
The neurons store sounds too, and snatches of music. Whole orchestras play inside our heads.
20 million volumes worth of information is inside the heads of every one of us. The brain is a very big place in a very small space
No longer at the mercy of the reptile brain we can change ourselves.
Think of the possibilities
Consideremos que con esa cantidad de conexiones, si asignamos a cada conexión dos estados posibles, 0 o 1, los estados posibles del cerebro serían mayores que las cantidad de partículas del Universo.
teniendo en cuenta esto, lo extraordinario es que seamos tan parecidos y que algunas de nuestras reacciones puedan predecirse.
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